Libro cartucho nellie campobello pdf




















Cartucho tiene su pro pi a identidad. Friedrich Katz, Pancho Villa, lomo 2, Era. NeJlie Campobello. La cmlaura del NOTtt. Cal YArena. Ca mpobello quiere deci r todo lo contrario: con los cue nt os verdaderos Si' hacenlas leyendas La verdade ra historia de Villa es el mejor fundam ento para su leyend a.

Siempre que llegaba de Ca nu11 , pasaba en casa de los Franco, una familia -de pelo rojo- que hay en Parral. Hoy soy el padre de todas las VIudas de mis hombres", dijo con los ojos he cho s vidrio quebrado. Un estud io de la danza y narrativa d e Nellie Campobello", tesis d e doctorado, Un iversity of Maryland, Lecturas Mex icanas, 2a.

Matthews, Irene, Nellie Campobello. Los Libros de la Co n d esa. Cartucho fue a dar las gracias. Su voz sona ba muy bonito. Jugaba con Glo riecita y la paseaba I caballo. Por toda la calle. Cartuch o llegaba. Se sentaba en la ventana y clavaba sus ojos en la ren dij a de un a laja lila.

Se fue calle arriba. De pron- " v. Cerraron las casas. Nad ie supo d e Cartucho. Los ojos exactos de un pe rro amarillo. Habl aba. Pensaba co n la Biblia en la. Segunda del]Rayo. Al co ro ne l Bustillos tienes!

Nunca mataba un soldado. Se fuer on a Nieves. Le encantaban los palomos. Bartola cantaba e l "Desterrado me fu i". La hermana d e Bartola de Santiago, dijeron las voces. Dijo la mujer de faldas de olor a flor. Bartola d ijo que iba a matarle. Ya estaban rodeando la casa'. Se me tieron por todos lados. Fueron y vinieron. Los hombres le viero n, no dijeron nada y fue ron saliendo poco a poco, sin volver la cara.

Se puso a can tar: "Prieta o rgullosa, no te vuelvo a ver la cara". Jw; ,!! En medio de cu atro militares, a caballo, lo llevaban. Fue un fusilado sin balas. Era un hombre delgado, mo ren o, muy inq uieto. Un fusilami ento ra ro. Zequiel bo ca abajo y su hermano mirando al cielo.

Les vi los zapatos. I 64 risa generosa. Estaba en amorad a de un much ach o coronel de apellido Gallardo, de Durango. Yo no voy. Juanito Amparan no se o lvida de ellos. La levan ta ron y se la pusieron al muerto junto a la cara. Hombres a caballo co n mu chas cartuc heras, rifle s, ametralladoras; lodo s bu scando la mism a cosa: co mida. Hombres que van y vien en, un reborujo de gente. La mejor sonrisa de Bufanda se las dio a los que levantaron el campo.

Todos lo despreciaban , todos le d ieron patadas. Eran fu erles. Me regalaba montones de dulc es. Y muy e n seri o le dije : "Pero te van a matar. T u cara lo di ce".

Estaba yo re triste. Era un much ach o m iedoso. Babis n o era mi edo so. Felipe se. En ese mo me nto no se cruzaba n los balazos. Fu imos arrastradas d e la ";, ntana po?

Felipe Reyes. El mochit o, con su uniforme cer rado y unos botones amarillos que le b rill aban co n el sol, estaba tirado muy recto como hac ien do un saludo m ilitar. Hubo un co mbate de siete horas, los villistas dentro. Al salir del ce rro le d ieron al chino Ortiz. Junto del puente de Guanajuato estaba un chamaco ab razan do a su caballo. El Siete quiere mu cho a su caballo. Nos fu imos. Vimos a nu estra izquierda el cuartel valiente, estaba cacarizo de balas.

La banque ta rcga d a de muertos carrancistas. En sus manos m ugrosas, tibias de alime nto, rifle co n cinco ca rtuc hos mohosos. Algunos 10 miraban con rencor. Si no n os las da junto con el din ero y el parqu e, le qu emo la casa. Los so ldados pisaban a mi s herm anitos , nos queb raro n lodo. Nunca se me ha borrad o mi madre, pegad a en la pared h echa un cuad ro , co n los ojos puestos en la mesa negra, oye ndo los insultos.

Por eso lo fus ilaron. Ellos se sonrieron, bajaron la bandej a y nos mostraro n aq ue llo. El era d e Sonora, lo e mbalsamaro n y lo ec haro n en un 1ren; sus trip as se quedaron en Par ral. El tren fue. Al llegar el hombre de las sodas, todos pidieron una botella, le ofreciero n. Como estuvo tre s noches tirado. Ella no lo olvidaba. Los so rp rendiero n. Muchas V;;-ces me acercaba a sus co nversacio nes sin qu e ella me sintiera. Yo volteaba a verle su cara y.

Las triste zas d e El Peet El Peetdijo que aq ue lla noche todo estaba muy sospecho so; llegaron mu ch as fuerzas de Chih ua hua, se at ro pe llaba n en las calles. Dijo El Peet que este hom bre hablab a co n la misma rapidez del que desea terminar cuanto antes con un asunto razonable.

Existen muchos retratos de ,'," e acto. Las balas lo bajaro n de su muleta y lo tendieron en el suelo. Sil' he ridas de Col um bus ya no lo molestaban. Le avisaron que lo iban a matar en el ce ntro de la ciudad fren te al pueblo. No na peleonero ni hablador. Se co nfo r maro n con de cir: "son unos bandidos". Cuan do me trujiero n la nu eva, al monte me fui a llorar ". Un hombre q ue atraviesa la sierra necesita ir armado y a veces necesitaba matar.

Su pan orama fue el mismo de todos. Hombres del cam po, remides de fren te y m uertos por la espalda. Urbina, co n la estre lla en e! Nadie en traba en aq ue l lugar. Sus se nt im ie ntos salieron en tro pe l. Tres person as lo relata n. Pasaro n las fuerzas de Rodolfo Fierro rumbo a Las Nieves, entre seis de la tarde y diez de la noche. Todos iban muy apurados y hab laban en voz baja. En el momento de los balazos lo hirieron en e!

Sus heridas no eran de gra vedad. Al llegar los co m pad res junto a Rodolfo Fier ro , Villa le dijo: -Ya me voy. Mi co m pad re se queda para curarse. Pero desde este momento yo no doy un so lo paso si no me van escoltando ustedes.

Vien en un as sombras en pedazos y luego hech as una comitiva pasan frente a la pu erta. Llevaba n tres reos. Estaban callados , agachados, tal vez sin deseos de sabe r nad a. El tro pel se fue alejando paso a paso y al rato se oye ro n unas descargas seguidas. EraJefe de las Ar mas Maclovio Herre r a. Muere po r ases inoooo Lo fus ilaron una tarde fria , de esas tardes en que los pobres rec ue rdan su desam paro.

Luego, zangolo- rie ron caso. Dijo a gritos: "Un hombre que va a morir tiene derecho de hablar" , pero no se lo permitieron. Al fin le diero n unas carretillas y se pudieron llevar a los h e ridos al hospital ; en tres horas se hi zo el tr ab ajo.

Los he ridos se estuvieron muriendo de hambre y de falta de curacio ne s, Casi no dejaban ni que se les diera agua. Silencio, mugre y ham b re. Los rumores: "Matan. Se roban las mujeres, Queman las casas El ataque se h izo fuerte del lad o del camposanto, del cerro de la Mesa y del cerro Blanco.

Una tarde bajaron por la calle Segunda del Rayo unos h ombres guerreros; eran Villa y sus muchachos. Por las banquetas pasaban a ca ba llo , tira n do balazos, gritando. Se la pasaban con un a mano y la besaban. Los ojito s azules de Gloriecita estaban abiertos y no llora ba. Se fueron sallendo de la casa. Muy co n tentos se despidieron.

Iban gritando que muriera Villa y tirando balazos para el cic lo , M i h ermano y su baraj a Lo a p re hen dieron co n much o misterio. Luego o tros hombres d ijero n q ue es taba e ntre los carros que iban a salir ya. Al llegar al patio fr ente d e la sala y tratar d e a travesar, u n h ombre alto , d e grandes mi tasas, se paseaba gritando mucho.

El d e las mitasas altas era e! Jefe de las Armas. HaOiaUnas lonas bastante suc ias tiradas, que formaban una torre d e mugre. Acababa de llegar de Chihuahua. Co mieron j un tos. Explora Revistas. Explora Podcasts Todos los podcasts. Dificultad Principiante Intermedio Avanzado. Explora Documentos. Nellie Campobello.

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